Algo se está gestando en la capilla del colegio.
Un grupo de estudiantes de secundaria se reúnen a diario para dar rienda suelta a la pasión que tienen por la música. Allí se dan cita diferentes artistas, amantes de la música, para tocar, cantar y, ¿por qué no? soñar.
Como si de un collage se tratara, unos instrumentos se colocan junto a otros, casi como piezas de diferentes puzles que buscan encontrar su propia melodía. Una trompeta, una batería eléctrica, un órgano estropeado, guitarras rotas, un ukelele que apenas se oye, unas voces que suben y bajan sus primeros escalones a través de la escala musical… ¿Quién habría apostado por semejante combinación? Piezas huérfanas de su banda, de su orquesta, o de su cuarteto que han encontrado en la ilusión por tocar juntos el aglomerante que hace que todo encaje perfectamente.
En el día de la Paz pudimos disfrutar de su interpretación de No temas, de Jaime Olguín, y por lo que se oye en los pasillos parece que ya están ensayando nuevas piezas.
Nadie sabe dónde acabará este grupo, lo único que me atrevería a decir es que algo grande se está gestando en la capilla del colegio.